Hay tipos que te caen bien por sus maneras y otros que procuras tener lejos porque no las utilizan; hay personas que discurren por la vida sabiendo comportarse y otras a las que les gusta dar la nota; hay gentes que en el trato social no suelen perder los papeles y demuestran su educación y otros que los pierden fácilmente porque nunca la conocieron. La educación, digo.
Inicio éste preámbulo para hablar de Johnny Ortiz, empresario cada vez menos en España y con mayor presencia en el mundo, al que trato con asiduidad desde que desembarcó para implantar sus negocios en nuestro país y del que siempre he valorado, más allá de otras variantes de su quehacer profesional, su saber estar. Una postura frente a la vida y las relaciones con los que te rodean que no abunda ni en el juego ni fuera de él. El saber estar es una de la asignatura que se aprende de chiquito, te la enseñan tus padres y si la sabes asimilar y engrandecer con tu predisposición personal para ello seguro que te deparará buenos resultados a lo largo de la existencia.
En ésa faceta no siempre fácil del saber estar Johnny Ortiz es un tipo que se ha aplicado. Y la lección no sólo la aprendió de carrerilla desde chaval, allá en Sao Paulo, sino que la ejercita con la naturalidad del que ve normal lo que le hicieron comprender de niño que era el camino que señala la corrección y las formas en la relación con los demás.
Con Johnny Ortiz podrás estar en desacuerdo o discrepar; podrás entrar en el terreno de la discusión o el debate abierto y no lo verás sucumbir a la tentación de olvidarse de las formas, de romper los hábitos de comportamiento que distinguen a los señores de los que desconocen lo que es el señorío. Entre otras razones porque éste concepto les resulta extraño y hasta un tanto estrambótico.
Hablaba el otro día del suspenso en la urbanidad al que se ha hecho acreedora buena parte de la sociedad actual. De la que se mama desde la lactancia y nos marca como personas que ejercitan la relación manteniendo fidelidad a un catálogo de comportamiento. Que incluyen la educación, la corrección y la cortesía. En definitiva ése saber estar que prodiga mi amigo Johnny Ortiz que siempre he proclamado y valorado. Aunque tengamos nuestros encontronazos que se olvidan cuando lo que perdura es el espíritu del caballero. Que escasea y por ello se resalta. Johnny y yo sabemos las razones de éste artículo. Se lo debía.