La España de hoy es un país donde florece el disparate. El desembarco de los que se autoproclaman nuevos políticos en las instituciones está sirviendo para cultivar el esperpento y fomentar toda clase de ocurrencias. Cuando más descabelladas e inútiles mucho mejor. Aquí de lo que se trata es de llamar la atención y armar ruido. Y promover desatinos, a cual más pintoresco, pagados a costa del contribuyente.
En SECTOR publicamos la noticia de una de ésas paridas a la que tan aficionados son algunos de los responsables políticos que ostentan el mando de las instituciones. El Ayuntamiento de Ejea de los Caballeros ( Zaragoza ) ha tenido la felicísima idea de emprender una campaña contra las apuestas deportivas. Las luminarias del municipio, de las que creo adivinar su adscripción ideológica, fundamentan la campaña en la necesidad de disuadir a los jóvenes sobre los peligros derivados de ésta oferta de juego.
No me negaran que la iniciativa no es un prodigio de eficacia municipal frente a una amenaza que, eso supongo, se habrá constatado puede arruinar la economía de muchas familias de Ejea de los Caballeros. Seguro que los avispados concejales de la villa han comprobado que las apuestas son un mal de proporciones letales para la ciudadanía que hay que erradicar. Y para ello conviene priorizar las medidas disuasorias, anteponiéndolas, a las que puedan adoptarse en relación con la mejora en la recogida de basuras, el cuidado del entorno ambiental, la limpieza de calles y plazas, o el acicalamiento de los espacios públicos. Aquí de lo que se trata, con un par de los redondos y bien puestos, es que España se entere de que en Ejea de los Caballeros se ha declarado la guerra a las apuestas deportivas. Y quién tenga el valor de sumarse a la refriega que lo haga. Pero, ojo, sin olvidar de donde parte tan original como urgente propuesta.
Me dice un confidente que en Ejea de los Caballeros el partido que sacó más concejales en las últimas elecciones fue el PSOE. Intuyo que algunos de ellos, azuzados por el populismo que les come terreno y les empuja hacia el radicalismo más alejado de sus coordenadas políticas, les ha llevado a la toma de semejante despropósito. Que enlaza con ése odio nunca disimulado que la izquierda más cavernaria ha dispensado por sistema al juego. Una ojeriza tan cerril y antigua como son sus soluciones políticas para la España de hoy.