De EXPOJOC, que en su cuarta edición tendrá lugar los días 24 y 25 de mayo, me gustan muchas cosas. Y lo primero la lista de notables expositores, la mayoría de los cuales apostaron desde el principio por el certamen y vienen redoblando su confianza un año tras año. Dicho esto que resulta fundamental por ser lo que confiere vida y nervio a la muestra, lo que más aprecio de EXPOJOC es la cercanía, el calor, la temperatura humana que se establece entre todos los participantes. Y que tiene su culminación en el almuerzo que celebramos dentro del propio recinto ferial.
Es todo un lujo y una oportunidad de acercamiento múltiple el ensanchar el espacio de la feria y convertir en un gran restaurante con capacidad para más de trescientos comensales el mismo suelo compartido con stands donde suena la música de las máquinas, el girar de las ruletas, el salto incesante de las bolas de bingo. Y allí, en ése universo abierto a la magia y la tecnología del juego, la que nos hace sorprendernos y divertirnos, tener la ocasión de compartir mesa y confidencia, recuerdos y anécdotas, noticias y rumores. Es una fórmula válida y el escenario elegido da para ello, de propiciar el reencuentro de los afectos quizás atenuados o no cultivados suficientemente por la distancia o el olvido; el momento de la alegría compartida que es como una vitamina del alma; la hora de enterrar malentendidos o discrepancias mientras chocamos una copa de vino, que es el caldo apropiado para alejar lo pasado y brindar por el futuro.
El almuerzo de EXPOJOC, una tradición acertada que cada año congrega en torno a las mesas un mayor número de participantes, es un ticket de cordialidad abierto al abrazo espontáneo y sincero; al apretón de manos para sellar objetivos comunes: al chiste o a la evocación festiva que son moneda necesaria, y hasta imprescindible, en una sociedad demasiado enfurruñada y sobre la que pesan demasiadas sombras e incertidumbres.
EXPOJOC es un canto de optimismo del sector y de sus posibilidades. Y en el marco de tan cordial escenario vivamos un año más un almuerzo que en ésta ocasión promete ser, además de cálido y jovial, un simbólico homenaje a sus gentes y sus empresas y asociaciones. Que son las que escriben su historia de cada día y cada afán.