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DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Abrazos a las gentes de Castilla y León

23 de noviembre de 2015

Sentí no estar en tierras castellanas con motivo del Congreso celebrado en León. Guardo de viajes por aquéllos parajes recuerdos vivos, que se acrecientan en la memoria y cobran temperatura humana. Son ráfagas retrospectivas que se evocan con ése deleite propio del caminante , que tras mucho andar a través del tiempo selecciona momentos, amistades y hechos que pertenecen al albun de las efemérides más íntimas.

La retina conserva intactas las imágenes majestuosas de tantas estampas contempladas en el paisaje castellano, donde la piedra es belleza e historia y el campo inunda los ojos y el alma con unos amaneceres de amaranto y oro que embriagan el espíritu.

Admiro lo que tanto hay de admirable en cualquier comarca de la siempre sugerente Castilla y León que hunde sus raíces en los siglos que forjaron el reino de España, y que siempre da motivos y razones para perderse por sus rutas esmaltadas de castillos, viñedos y contrastes que nos hacen meditar y disfrutar.

Admiro todo lo que es y representa Castilla y León en sus sobrios paisajes y en la reicedumbre de sus gentes. Y en particular me congratula , sus puertas abiertas al forastero, sus abrazos que calan en su sobriedad.

Como hombre del juego que soy, condición que he tenido a gala desde hace más de treinta años, festejo que Castilla y León sea ahora mismo un emblema del juego nacional, un espejo en el que mirarse, un dintel que cruzar para ver, escuchar y confraternizar. Eso y mucho más lo han conseguido con largueza las gentes de Castilla y León, con la Junta al frente , por espacio de doce años, que son muchos, dando permanentes lecciones de espíritu de acogida y de sentido hospitalario que les hacen acreedores a la gratitud y el afecto.

Por las razones expuestas, y por otras que pertenecen al arcano personal, lamenté infinito no estar acompañando a los amigos de Castilla y León en ésas jornadas en las que prodigan con generosidad los gestos de fraternal acogida para quienes tienen la suerte de visitarles. Con ésa decepción comiéndome el alma, vayan sendos abrazos para Pepe Ballesteros y Luís Miguel González Gago que siempre me trataron con largueza infinita.