El director de nuestra publicación, José Ignacio Ferrer, ha estado en contacto reciente con Gamarra-Grau, un tándem en fase de crecimiento que posee siete salas de bingo en la Comunidad Valenciana. Cuatro de ellas en Alicante y tres en Valencia. Hablamos por tanto de una compañía sólida, bien asentada en el territorio, y que no descarta su extensión hacia otras actividades vinculadas directamente con el juego.
El objetivo preconizado por Gamarra-Grau en su labor empresarial se centra de manera prioritaria en acentuar la sociabilidad que ofrece el bingo al margen de sus alicientes habituales. Y ésta faceta me parece del todo punto esencial. Coincido con el criterio de ambos socios de que hay que ocuparse a fondo de estimular el sentido familiar del bingo como espacio idóneo para distraerse y también para fomentar el acercamiento de las personas. Si de algo tiene que ocuparse el sector con mucho esmero y el mayor cuidado es de convertir la sala en centro de reunión amable y distendida, la que invita a la interrelación entre personas, la que abona el terreno para que aflore la conversación y hasta la confidencia que son una puerta abierta para propiciar acercamientos que contribuyen a humanizar la sesión de ocio haciéndola más amable y reconfortante.
Ninguna otra oferta de azar de las múltiples que se formulan tan idónea como el bingo para fomentar el clima social. Y dispone para coronar su propósito de los elementos adecuados que le garantizan el éxito. Un ambiente propicio para el cruce de impresiones, confort que relaja y eleva el ánimo y la contribución de un personal que debe estar pendiente del detalle y de la atención solícita. Si se ocupa y preocupa por perfeccionar éste cuadro seguro que el bingo ganará muchos enteros. Y cantará con éxito el bingo de la sociabilidad, que es lo que proclaman Gamarra y Grau. A los que alabo su propósito.
