Lo que ha demostrado ICE 2025 es que el avance de la industria del juego es imparable. Que cada vez se agudiza más el ingenio y la capacidad creativa para poner en los mercados productos de una calidad y originalidad que años atrás eran impensables. Por mucho cuestionamiento de que sea objeto el sector, a través de colectivos muy identificados, la realidad se impone y lo cierto es que la industria avanza sin darse respiro, dando muestra fehaciente de una imaginación que, unida a la última tecnología, dan como resultado productos que están revolucionando la esfera del entretenimiento y la diversión.
ICE 2025, el evento de Barcelona, fue el escaparate inmenso que recogió todo ése espíritu de superación que rodea al juego en las circunstancias presentes. Allí comparecieron los gigantes del sector y aquéllos otros que por su vena creativa están en disposición de aportar a la oferta existente novedades dignas de resaltarse. ICE se convirtió en una demostración más que elocuente del grado de evolución que está experimentando el juego a todos los niveles: diseño, serigrafía, sonido y en todos y cuantos elementos están destinados a elaborar productos de mayor enjundia y de los atributos innovadores necesarios para conferir al ejercicio del ocio una nueva dimensión, por supuesto que más atractiva y con un elevado porcentaje de diversión, que es de lo que realmente se trata.
Este conjunto de pruebas que certifican un movimiento de constante superación se debe a que las empresas invierten, en material tecnológico y humano, que ponen en las manos de profesionales brillantes los medios imprescindibles para ir subiendo peldaños hasta de manera progresiva llegar a la cima donde se obtiene la excelencia. Eso cuesta mucho talento y dinero. Que la industria no regatea para situar su oferta en una primera línea de novedad y brillantez.