El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha tomado una postura decidida en relación con la regulación de las apuestas deportivas en el país, enfatizando la necesidad de abordar la adicción al juego. Lula ha manifestado que, si no se implementan medidas efectivas para controlar este problema, está dispuesto a prohibir las apuestas por completo.
Esta declaración surge en un contexto donde la preocupación por el impacto de las apuestas en los hogares es creciente, especialmente entre aquellos que dependen del programa de asistencia social Bolsa Familia. Desde la legalización de las apuestas deportivas en 2018, el mercado ha experimentado un notable crecimiento, convirtiéndose en uno de los cinco más grandes a nivel mundial, con una ley que fue sancionada en diciembre de 2023.
La nueva legislación abarca tanto las apuestas deportivas como los juegos de casino online, incluidos los populares juegos de tragamonedas. Entre estos, el Fortune Tiger ha generado controversia, siendo objeto de debates mediáticos e investigaciones policiales por su promoción y sospechas de actividades ilícitas relacionadas con el juego.
El presidente subrayó: “Si la regulación no funciona, no dudaré en poner fin (a las apuestas) de manera definitiva”. Su declaración refleja una preocupación genuina por el bienestar social y la estabilidad económica de los ciudadanos brasileños, en un momento en que el juego se ha vuelto un tema controvertido y de debate público en el país.