El relato que ayer nos hacía Julián Sánchez de su Bingo LA BOLERA ( Benetússer ), de su pueblo y de otros pueblos de alrededor, de la desolación de sus gentes, sus calles y sus enseres perdidos era realmente estremecedor. Y simbolizaba en su desesperación, en su sensación de abandono, en su pérdida de confianza en la gestión política la posición de miles y miles de ciudadanos que cuando está a punto de cumplirse un mes de la tragedia no han encontrado todavía la más imprescindible de las ayudas, ni la menor de las atenciones por parte de los poderes públicos.
Hecha ésta crítica generalizada al comportamiento de los políticos, de uno y otro signo según Julián, sí quiso resaltar la presencia en LA BOLERA y en otros locales de juego de Inmaculada Domínguez, la directora general de Tributos y Juego que demostró una gran sensibilidad al personarse en pleno foco de la tragedia y ponerse al servicio de los damnificados para prestar ayuda en la medida de sus posibilidades. Un hermoso gesto que honra a su protagonista.
Tras el lamento de Julián por la falta de asistencia recibida está su preocupación por un futuro a corto plazo más que incierto para el sector. Al margen de las fuertes inversiones que será preciso hacer para recuperar la normalidad en bingos, salones y demás, ¿ qué pasará con la asistencia a los mismos durante un tiempo indefinido ? Por mucho que se diga en sentido contrario resulta muy difícil que gentes que lo han perdido casi todo tengan recursos económicos para destinarlos a los juegos de azar.
Se está en puertas de cumplirse un mes del desencadenamiento de la tragedia y queda todavía mucho, pero que mucho desvalimiento por reparar, mucha ayuda efectiva que prodigar, mucha asistencia de todo tipo a los que el infortunio ha maltratado de manera inmisericorde. Quedan muchas familias, muchas gentes cuya sensación de absoluto desamparo pega una bofetada de indignación en el rostro de los políticos. De uno y otro color cuya ineptitud produce escalofríos. ¿ Pero en que manos estamos…?.
