Murió hace quince años pero en la memoria sigue vigente su recuerdo. Era de las personas difíciles de olvidar. Por su carácter, por su temperamento, por su genio y figura Joaquín Franco Muñoz sigue siendo una presencia poderosa en el juego español. Un espacio empresarial del que fue protagonista destacado, sin duda uno de los que más. De ahí que tres lustros después de su adiós definitivo evoquemos su figura y su obra como la de un auténtico gigante, uno de los principales artífices del despegue y consolidación de la industria del juego.
Me llamó José Miguel Esteban para comunicarme la noticia. No por esperada fue menos dolorosa. Tuve que marcharme a la oficina para escribir el obituario de El MUNDO donde se le calificaba del Rey del Juego en España. Mientras trataba de contener la emoción, algo difícil en aquéllos momentos, me venían a la cabeza conversaciones con Joaquín, anécdotas y hasta algún que otro enfrentamiento dialéctico que nunca pasó a mayores porque en el fondo de ambos latía un afecto mutuo que el tiempo se encargó de avivar.
Con Pedro José Corbalán, amigo y socio de Joaquín, emprendimos el viaje a Madrid camino de la Catedral de La Almudena. Para despedirle en su última morada se congregó multitud de gente. Testimonio fehaciente del impacto que su figura tuvo para todo el sector.
Compartí con Joaquín momentos inolvidables. En el 25 aniversario de R.FRANCO, en medio de la celebración, evocamos ambos la figura de Pepe Marqués, gran amigo de los dos, cuya ausencia nos dejó muy tocados en lo anímico. Luego estuvimos juntos varios días en Buenos Aires, en unas jornadas propicias a la confraternización, la confidencia y la alegría de vivir. Se desplazó hasta la capital bonaerense para formalizar una de las grandes operaciones de la industria: la compra del Grupo liderado por Carlos Vázquez Loureda, otro de los líderes y muy amigo de ambos. Ya de vuelta no desperdiciamos las ocasiones que se produjeron para volver sobre páginas personales de un ayer lejano.
Joaquín Franco, quince años ya. Todo está dicho sobre su personalidad empresarial y humana y sobre su obra ingente y aleccionadora. Nadie nos quita ni nos quitará jamás el dolorido sentir de su ausencia. Joaquín, enorme empresario y persona cabal.