Autor

DESDE LA AVENIDA Juan Ferrer

Comer con amigos

25 de octubre de 2024

Me declaro amante de la buena mesa. Soy de los convencidos que es uno de los grandes placeres que depara la existencia. Desde temprana edad me sentí seducido por los manjares que son un regalo al paladar y consiguen ensanchar el espíritu. Para mí resulta muy reconfortante el bien yantar que considero es un invento excelso, de disfrute inigualable. Y tocando el tema dejemos la sexualidad al margen puesto que sería objeto de disertaciones de variado signo e interpretación.

Volviendo a los asuntos gastronómicos me muestro ferviente defensor de una mesa bien provista, en la que pueden rivalizar productos de alta gama como otros de condición humilde pero extraordinariamente gratos. Hay un requisito imprescindible para poder gozar de un almuerzo o comida de ésos que elevan el ánimo y fortalecen los sentidos: el acompañamiento de las personas adecuadas con las que compartir sensaciones y sabores. Y elevar la copa del champagne, francés por supuesto, que nos brinda las bolitas doradas de la felicidad. Ése es un ejercicio culinario que se vive en compañía y que no tiene precio.

Cada vez soy más reacio a asistir a banquetes empresariales o familiares. A saraos y cócteles en los que los invitados se dan de bofetadas para cazar un canapé o una gamba gabardina. Ya no me encuentran en semejantes convocatorias. Ni por edad ni por convicciones personales estoy en disposición de acudir a citas múltiples. Únicamente apuesto por la reunión seleccionada alrededor de una mesa bien provista en la que, por encima de las delicadezas que se sirvan debe imperar la carta de la cordialidad, de la empatía con el que tienes al lado, de la identificación personal. Así se elabora una jornada gastronómica destinada a la efusión y la complacencia.

Lo dicho: comer con amigos, con gentes a las que aprecias y prodigas afectos que salen de dentro, no tiene precio por alta que sea la factura. Lo importante es salir del restaurante con el sabor compartido y bien regado de la amistad duradera que eleva hacia lo más alto la copa de la fidelidad. Va por los amigos del alma, compañeros.