Hablé el pasado martes con Jesús Franco. Hacía tiempo que no conversaba con él, que no entrecruzábamos palabras sobre el sector o nos perdíamos por los laberintos de los recuerdos o de las vivencias que nos han tocado de cerca. Somos casi de la misma quinta y éste es un lazo generacional que aproxima y une a las personas, que les invita a compartir todo aquello relativo al tiempo pasado que no siempre fué mejor a pesar de las frases hechas.
Lo más positivo de la charla con Jesús es que lo encontré con el piloto de puesta en marcha encendido, con la vitalidad intacta y con ésa pasión que nunca cesa cuando se aborda el tema de R.FRANCO. La pasión de Jesús por su empresa es una comunión que se mantiene inalterable a través del tiempo y de los múltiples avatares de todo tipo que surgen en la marcha de los negocios.
Cuando lo oyes hablar y abrir la puerta al relato de los hechos acaecidos en su peripecia personal y empresarial, en sus luchas titánicas para escalar la montaña del éxito que corono casi medio siglo atrás, te reafirmas en la calificación de Jesús Franco como el último gran gladiador de la industria. En el empresario, grande entre los grandes, que personifica a día de hoy en su figura y trayectoria la historia del recreativo, su esencia, su fuerza creativa que supo diseñar máquinas que son leyenda del sector.
Celebro infinito que Jesús Franco siga lozano de mente y espíritu. Que persista en su afán por mantenerse atento al puente de mando de la compañía. Que no cese en su pasión por el juego que le inyecta dinamismo y ganas de seguir en la lucha. Al finalizar nuestra conversación le dije: «Tengo que dedicarte unas palabras de respeto y admiración que te mereces como nadie.» Su respuesta: “Tu verás lo que haces, siempre agradecido.»
Jesús Franco Muñoz, página noble e imperecedera de la mejor historia del juego en España. Larga vida al gran héroe.