Tras un adormecido periodo veraniego, comienza un nuevo curso en el que parece que vienen curvas, y cerradas. Desde círculos financieros, políticos y de análisis económico nos lo han ido advirtiendo todos los días para que nos preparemos para lo peor. Damos fe de ello; en nuestra actividad ya lo estamos notando y de manera muy severa.
La cuenta es clara. Si a nuestros clientes le sube, por poner tres ejemplos, la cesta de la compra, el combustible y la hipoteca, el disponible para el ocio, que es el que se ve afectado en primer lugar, disminuye de manera drástica. Si a ello le unimos que los costes empresariales no solo se han incrementado, sino que, en algunos casos como la energía eléctrica –fundamental en nuestra actividad–, se ha duplicado en algunos periodos, la cuenta es más clara todavía. Y no olvidemos de dónde venimos. Parece como si nos hubiéramos olvidado de la COVID-19, pero recuerden los dos últimos años hasta las pasadas navidades, hace solo unos meses. En resumen, llevamos tres años absolutamente desastrosos.
Mientras tanto, seguimos esperando a unos gobernantes que se encuentran en permanente campaña electoral. Su alejamiento con la sociedad y las empresas es cada vez más patente. Constantemente orillan los problemas reales para seguir en batallas que ni interesan, ni se entienden. Algunos, además, pretenden que las movilizaciones se hagan contra los empresarios y no contra quien realmente tiene el poder y el deber de solucionar las cosas, que son ellos mismos.
Ante la nueva estrategia a pie de calle del presidente del Gobierno de recibir a medio centenar de ciudadanos españoles para conocer de primera mano sus percepciones e inquietudes, nosotros, que hemos expuesto nuestras preocupaciones y propuestas en innumerables ocasiones, nos preguntamos por qué los empresarios no podemos ser también escuchados, especialmente en el sector del juego, que ofrece una actividad regulada y necesitada de ayudas.
Curvas e incertidumbre, pero los empresarios no sabemos hacer otra cosa que seguir trabajando para mantener y hacer crecer nuestras empresas, y cooperar, aunque a alguno le moleste, con el bienestar social, el empleo y los impuestos. En nuestro ADN está la negociación diaria; por eso sabemos que no podemos ir por separado ni prescindir de nadie. Ahora más que nunca debemos remar todos en la misma dirección. Para ello, debemos tener también asociaciones empresariales fuertes, dialogantes y negociadoras. ANESAR nació hace 40 años con esta misión y visión, y con el firme propósito de lograr lo mejor para nuestro gran sector año tras año.
Nuevo curso y demasiada incertidumbre empresarial
| 12 de septiembre de 2022