No conviene generalizar pero lo cierto es que son la inmensa mayoría de las administraciones las que, en lo tocante al juego, se mueven con el freno de mano puesto. Con una parsimonia que irrita y descorazona. Con unas exigencias en cuanto a tramitación de papeleo que eternizan cualquier expediente lo que equivale a pérdidas de tiempo y dinero.
La cantinela no se modifica demasiado con los cambios políticos. En SECTOR recibimos continuas y razonadas quejas de fabricantes que cuentan con productos y sistemas bendecidos con todas las garantías habidas y por haber, sujetos a múltiples inspecciones y pruebas de laboratorio que tardan un siglo en ser homologados por los gobiernos autonómicos. Cuando la tramitación, larga y pesada, se encuentra en su fase final siempre suele surgir la falta de un papel, el relleno de un cuestionario, el sello de un documento. Por tradición siempre suelen surgir tiquis miquis de muy variada naturaleza que sirven para colmar la paciencia del operador y expresar su indignación ante situaciones que se repiten en tiempo y lugar sin que logren alcanzarse las soluciones deseadas.
El tema, por viejo, invita a la resignación, al acatamiento manso de un problema enquistado que nunca se resuelve por mucho que se diga. Y uno piensa: ¿ Tan complicado es agilizar, aunque sea levemente, la maquinaria burocrática de los gobiernos para dar un servicio no digo raudo pero no tan lento evitándose de ésta manera desembolsos en tiempo y dinero del bolsillo de los operadores ? ¿ No es llegada la hora de que las administraciones tomen conciencia de que son un servicio público en el más amplio sentido de la palabra y que deben de facilitar las cosas con presteza para que las empresas puedan funcionar y facturar ? Son reflexiones que me hago y que anticipo no sirven en la práctica para nada. El vuelva usted mañana, y luego pasado, entra de lleno en la filosofía de trabajo de nuestros sufridos funcionarios. Pobrecitos.