SELAE y ONCE compiten ferozmente por aumentar su cuota de mercado. Son ambas entidades voraces que, bajo el paraguas de la administración del estado, quieren comerse buena parte del pastel del juego, incluido un trozo del privado. Sacan nuevos productos con descaro y arrogancia, los publicitan vendiendo felicidad a manos llenas y atrayendo a la juventud con sus mensajes engañosos que engordan sus vías de ingresos.
Lo último de SELAE es el estreno del sorteo denominado Eurodreams que promete premios de hasta 20.000 euros al mes durante treinta años. Una invitación en toda regla para incentivar al mercado, embaucándolo con una estrategia publicitaria que juega, sin ningún pudor, con las emociones y los sueños. Y que no cesa en su intención de captar a la juventud.
Y a todo esto, ¿ que dice el ministro de Consumo, el inútil responsable de un departamento que desde su obligada creación viene dando muestras sobradas de su inutilidad ? Nada, chitón. El tipo que desde que asumió el cargo no ha tenido otra función que cargar contra el juego privado, demonizándolo, criminalizándolo, que lo ha hecho víctima propicia de su ideología casposa y su sectarismo furibundo no ha abierto la boca. Ni una palabra, ni un decir basta, sólo un silencio aprobador que bendice la acción comercial de SELAE, una más en su imparable voracidad.
Garzón es lo menos parecido a un ministro que sepa responder a su condición de tal. Es un personaje muy justito en todos los rasgos que definen su personalidad. En materia de juego, del privado hablamos, sólo se ha dedicado a prohibir y desprestigiar. Y a soltar tonterías y sandeces, ejercicio en el que suele competir consigo mismo. Que no diga ni mu en éste nuevo desmán de SELAE ratifica su condición de comunista recalcitrante para quién todo lo que huela a privado es merecedor de condena y destrucción. Pensamiento propio a estas alturas de un papanatas que jamás debió vestir el traje de ministro. No es que le venga grande, es que no le entra por ningún sitio.