El noventa y cinco por ciento de los españolitos, igual me quedo corto, no sabían que Francisco Franco Bahamonde tenía la medalla del trabajo. Y de ése porcentaje otro muy elevado no sabría responder sobre su conocimiento del personaje. Estamos hablando de un señor que murió hace casi medio siglo y del que las nuevas generaciones de ciudadanos ni tienen noticias ni les interesa nada la figura en cuestión porque ellos están en otros rollos y la historia y los libros les importan un pimiento. Vamos que Franco, su peripecia vital y sus medallas quedan alejadísimos de las preocupaciones de la inmensa mayoría de los paisanos que andan escandalizados con la subida de la cesta de la compra, que vaya estirón que ha dado, al tiempo que están hasta el gorro de una campaña electoral que tiene empachado al personal.
La política a la caza y captura del voto se sitúa en una órbita bien distinta. Ajena en no pocos casos al sentir general, al pálpito del pueblo. Lo del político es vender humo, prometer lo imposible, buscar el titular llamativo de cada día e insultar al oponente. Y de ésa propensión hacia lo escandaloso surge la gran noticia: La vicepresidenta del gobierno en funciones y responsable de lo laboral anuncia con énfasis e inocultable satisfacción que se ha desposeído a Franco de la primera medalla del trabajo que en su día le fue otorgada. Y los medios ideológicamente afines jalean la faena y confieren a la noticia la difusión que se merece. El pasado ya archivado cobra de repente una inusitada actualidad.
Como cabía esperar la exclusiva política de Franco y su medalla no ha obtenido la menor repercusión ciudadana. Estos rebotes ideológicos, éste querer ajustar cuentas con un señor que se murió en la cama medio siglo antes, ésta reacción que a nada conduce y nada aporta, salvo una soterrada sed de odio y venganza, descalifica a los autores de la ocurrencia y deja indiferente a la ciudadanía curada de contaminaciones ideológicas. Menos mal que el chiste se refiere a una sola medalla. En caso de querer quitarle las restantes hay trabajo de años para los funcionarios de turno. Una bufonada política más que retrata a las medianías que nos gobiernan.