Hubo un tiempo que en Madrid había constituidas cuatro asociaciones empre seriales del bingo. De ellas una era unipersonal y otra uniempresarial. Todo ello producto de sucesivos desgajes de un tronco común que era ASEJU, una entidad pionera desde la legalización del juego que en principio y aún siendo de ámbito regional tuvo trascendencia nacional acogiendo a afiliados de otros territorios que todavía no habían dado el paso asociativo.
En su fundación ASEJU aglutinó todo el espectro del bingo de Madrid y otras latitudes. Supo dotarse de un equipo de gestores competentes, con especial atención a las áreas jurídica y laboral, y llevó a cabo durante sucesivas etapas una defensa firme y bien fundamentada del bingo, su problemática y su necesidad de evolucionar.
La fractura provocada por la creación de OMEGA sirvió para debilitar a ASEJU en el plano económico. Luego surgieron ASMEBI y AEMAN con la que el batiburrillo asociativo estaba servido. En ésa época, años 2000, Madrid se dividía en cuatro frentes del bingo que no contribuían precisamente a la presentación de un espíritu y criterios unitarios ante la Administración de la Comunidad.
El trascurrir del tiempo suele poner las cosas en su lugar adecuado. ASEJU hizo su dura travesía del desierto. Pero no cejó en su empeño por defender los intereses de la mayoría de salas de Madrid. Y en solitario, y con apoyos puntuales de un asociacionismo múltiple antaño que hoy no es tal, se ha erigido en la entidad que asume la representación del bingo madrileño, manteniendo una relación muy fluida tanto con la Comunidad como con CEIM donde se siente muy respaldada.
Escribo del asunto cuando está próxima su asamblea y la tenaz labor que vienen desarrollando su presidente, José Luis de Pedro Ramonet, y un José Luis Merino que ha sabido ganarse a pulso su condición de motor de la asociación.