No es frecuente, ni muchísimo menos, que consejeros autonómicos visiten oficialmente locales de juego. Aunque sean competentes en la actividad lo excepcional es que lo hagan. Incluso los reguladores no se distinguen por frecuentar los establecimientos que dependen de sus decisiones para funcionar con normalidad. Existe un divorcio de hecho entre los políticos y funcionarios y los locales del sector. Entiendo que esto es así por la doble moral imperante sobre el juego y el celo de los representantes públicos para que no los relacionen de manera directa con el sector.
Por lo dicho no deja de ser gratificante el hecho de que la consejera de la Presidencia de Cantabria, Paula Fernández Viaña, tuviera la iniciativa de entrar en un salón de Santander para comprobar el resultado de las medidas de control de acceso y el cumplimiento de las últimas normativas implantadas para reforzar la seguridad de éstos locales. Todo lo que signifique contacto directo con el juego y sus espacios por parte de los dirigentes políticos es positivo y a la vez necesario. De vez en cuando hay que estar a pie de obra, ver, oír y escuchar para contactar con la realidad del sector y no actuar unicamente en base a informes o ni siquiera de eso.
Es incluso chocante que le tengamos que dar carácter de excepcionalidad a lo que debería de ser algo que entra dentro del terreno de la normalidad. Lo que no acaba de comprenderse, porque es difícilmente digerible, es que la mayoría de políticos, o el noventa y cinco por cien de los mismos, que ya es decir, se marchen de su función reguladora sin haber puesto los piés en un bingo, salón o casino. ¿ Como se llama ésto: cinismo o moralina ? Gracias por la respuesta.