Siempre lo he creído y así lo he defendido: el capital humano es el motor de las empresas, su principal activo, la fuerza que imprime nervio y vigor al trabajo bien hecho de cada día. Si se produce la imprescindible comunión entre la cúspide de la compañía y aquéllos llamados a tirar del carro de la labor cotidiana se alcanzarán los objetivos propuestos. En caso de no existir sintonía entre dirección y empleados, de no sentirse ambos identificados en idénticos propósitos raramente se conseguirá que la empresa funcione a pleno rendimiento.
En ORENES son conscientes del valor tangible que representa el buen trabajador, aquél que siente el latido de la compañía como propio y es consciente de estar integrado en un proyecto común donde todos están llamados a sumar y aportar. Y porque confieren a éste hecho la grandísima importancia que tiene suelen cuidar e incentivar a sus recursos humanos, estimularlos en la medida precisa y estar pendientes de sus peripecias profesionales y también personales, puesto que estar al tanto de lo que acontece en el colectivo laboral es sinónimo de sensibilidad social.
Javier López Cerrón, experimentado capitán de ORENES que conoce a fondo los entresijos del mundo empresarial, suele ocuparse con su equipo de implementar en el Grupo una política laboral de reconocimiento y aliento hacia quienes son la columna vertebral de la compañía y la fuerza que impulsa sus acciones. Y esto se traduce en una progresiva mejora de los efectivos humanos mediante cursos de capacitación y acciones formativas. Y en la hora de las valoraciones nunca está de más la tributación de un homenaje para quienes han convertido la empresa en su segunda casa, como el recientemente tributado a los que llevan 25 años de dedicación a ORENES. Son gestos, acciones que denotan calor y sentido humanista más allá de números y balances. Son obras que demuestren que ORENES está con los suyos.