Nada menos que 12.000 cartones de bingo fraudulentos, sí han leído ustedes bien, encontraron los efectivos policiales en una sala pirata que funcionaba en las afueras de las localidades de Los Palacios y Villafranca en Sevilla. Cuando los agentes irrumpieron en el local había una nutrida asistencia de público, entre el que predominaban las persones mayores según quedó constancia en el atestado que también recogió la existencia de un bar para dar servicio de hostelería al personal.
Doce mil cartones falsetes son una buena tira lo que indica que el negocio de los piratas en cuestión no iba demasiado mal si no todo lo contrario, hasta el extremo de poder ofrecer a la clientela sus buenos copazos y bocatas para ir animando la sesión. Deja constancia el informe policial que la caja estaba bien surtida de dinero y bien podía estarlo porque no sería nada extraño que allí se vendieran más cartones que en el bingo más próximo que está asaetado a impuestos y hay meses en que las recaudaciones no le ayudan ni paras cubrir gastos.
El juego ilegal tiene presencia innegable en todos los territorios. Pero en Andalucía es algo muy arraigado, como que forma parte de la tradición y que por los hechos que vienen registrándose desde hace muchos años es complicado erradicar. Llevamos la tira de tiempo escribiendo sobre la lacra de los clandestinos que operan en Andalucía en ocasiones a plena luz y con absoluta impunidad. Y el problema, más o menos atemperado, sigue ahí provocando un gran daño a quienes acatan la ley y se ven sometidos a sus extraordinarias rigideces. ¿Hasta cuando tendrán que soportan semejante foco desleal ? Eso es lo que se preguntan los empresarios del sector desde tiempo inmemorial y nadie les ofrece una respuesta convincente.