¿ Saben que les digo ? Que estoy hasta el mismo gorro de aguantar a éste tipo insufrible. No soporto sus perogrulladas, sus aires de suficiencia, sus recomendaciones disparatadas y la sarta de sandeces que aderezan sus declaraciones públicas. Lo que no acabo de entender por mucho que le doy vueltas al tema y me caliento los cascos es que como éste caballerete ha llegado al puesto que ocupa. Un cargo para el que se supone debe aportarse una sólida formación académica y estar bien dotado intelectualmente para desempeñar las altas funciones encomendadas. Las pistas que va dejando por sus actos, sus palabras y sus ocurrencias reflejan y dejan ver los rasgos de una personalidad muy ideologizada, eso sí, apoyada en una doctrina política más vieja que el arroz con leche e impregnada de vientos revolucionarios. Alrededor de ésas coordenadas se mueve éste santo varón que anda muy justito de todo, y en particular de entendederas.
Pese a lo dicho ahí lo tienen: ufano, dando lecciones, haciendo alarde de su trabajo, que es más bien poco y absolutamente irrelevante, y tratando de imponernos unos modos de comportamiento y unos hábitos comestibles que, como diría un taurino, no tienen un pase. Uno, en sus cortas luces, no sale de su asombro el constatar que un tipo tan simple pueda haber subido los escalones que ha subido hasta tocar la puerta del cielo.
Me aburre, me cansa infinito hablar de él. Por éso no quiero nombrarlo otra vez, son demasiadas. ¿ Saben a quién me refiero ? Seguro que sí.