El dato más revelador y por descontado que más positivo del 10 Congreso de ANESAR es uno y concreto: la asistencia de público que fue muy numerosa y con la que se hizo pleno. Más allá de las ponencias, de lo que se dijo y se calló, de lo acertado o no de ciertos intervinientes lo que hay que poner en valor, como un triunfo asociativo de primera magnitud, fue el respaldo de los afiliados que se dejó ver y sentir.
En tiempos verdaderamente difíciles para los salones, y más en éstas fechas electorales en los que la extrema izquierda trata de incendiar la calle con los ataques sectarios contra sus establecimientos, los asociados a ANESAR acudieron en masa para arropar a una junta , con Pepe Vall a la cabeza, y contando con el concurso inestimable de su directiva y la labor rigurosa y esforzada de Juan Lacarra, que está haciendo las cosas bien, que viene dando pruebas sobradas de madurez y defiende los intereses del subsector con sentido de la responsabilidad y aportando datos y análisis que echan por tierra tanta patraña como se está difundiendo respecto a las calificadas de manera generalizada como "casas de apuestas" y denotando con ello tanto desconocimiento como mala fe.
Quienes ejercen hoy la no muy grata tarea, por las múltiples dificultades e insidias que deben sortear, de llevar adelante los objetivos marcados por ANESAR encuentran en respuestas como la obtenida ayer un respaldo que sirve para reconfortar, para constatar que se aprecia y valora lo que se está llevando a cabo y para insuflar nuevos bríos ante los retos que están pendientes o quedan por venir.
Él pleno de ANESAR es la emisión de un pasaporte que trasmite apoyo y calor para seguir trabajando en pro de la justa dignificación de los salones de juegos.