El Casino Kursaal está de celebración y no cualquiera, porque cumple cien años. El 29 de julio de 1922 hará un siglo de que el casino abrió sus puertas como un atractivo añadido en una ciudad de gran tirón para un turismo de élite.
El puente que accedía a la zona, el nuevo puente de La Zurriola, se inauguró apenas un año antes, el 14 de agosto de 1921, con 110 metros de longitud y 20 de anchura.
El Gran Casino del Kursaal echó a andar, según los diarios de la época, con “una fiesta memorable”. “A las cuatro y media llegó doña María Cristina, con los infantes Carlos y doña Luisa, el infante don Raniero, el príncipe Pío de Saboya y el doctor Alabern”.
Hace cien años la sociedad donostiarra era muy distinta, como distinto era el perfil de las personas que acudían al casino donde, entre otras cosas, se les exigía cumplir con cierto código de vestimenta que hoy en día, en las instalaciones de la calle Mayor, no se exige.
Odón Elorza Brauer, director de marketing del Casino Kursaal, lo subraya. “Hoy el público del casino es muy diferente, se ha democratizado. Además, la oferta en nuestras instalaciones es mucho más amplia y se puede venir a tomar una copa mientras se disfruta de un concierto o una actuación”.
El que hoy en día da cabida al casino es un edificio muy diferente al primigenio, en el que destacaba un hall central de 32,30 metros de longitud y 18,70 metros de anchura, con escaleras de mármol y que contaba con un teatro, con un techo en el que lucía una pintura al óleo de Vila Prades; e incluso una peluquería.
Todo lucía y relucía hasta que con Primo de Rivera llegó la prohibición del juego, apenas un año después de que el casino abriera sus puertas. Tras muchos vericuetos, y ante la imposibilidad de recuperar la actividad de unas instalaciones pensadas para el juego, el baile y las fiestas, en 1973 llegó el momento del derribo del emblemático edificio, dejando un herida abierta en un solar que años después vino a ocupar el palacio de congresos.
¿Y el casino? Volvió a Donostia en 1978, después de que desapareciera la prohibición del juego. Inicialmente encontró acomodo en las salas del Hotel de Londres y en 1999 se trasladó a las instalaciones que sigue ocupando. Llama la atención, así lo subraya Odón Elorza Brauer, que precisamente se eligiera el local que acogió el cine Petit Casino, en la Parte Vieja donostiarra.
En 1978, con la despenalización del juego, el casino “vivió um boom”. “El número de visitas era enorme. Había gente que incluía en su plan, tras ir al frontón o a los caballos, venir al casino a tomar un copa. Era casi una tradición en Semana Grande hasta hace unos años: carreras de caballos o frontón, fuegos artificiales y acudir al casino para rematar el día”, evoca Elorza.
Cien años después de que el Gran Kursaal abriera sus puertas, el casino donostiarra actual quiere celebrar un evento tan destacable.
Lo hará a partir del 29 de julio con distintas citas, que se prolongarán a lo largo de todo el año. El actual, así lo destaca Elorza, se siente “heredero” de aquel gran casino, aunque “más acorde a los tiempos”.
El casino Kursaal, en su nueva trayectoria de más de dos décadas, ha querido ser agente activo en la actividad de Donostia. Para ello, ha trabajado en distintas líneas, una de ellas la del patrocinio de numerosos eventos, muchos de ellos de carácter deportivo.
La regulación de la publicidad y acciones promocionales vigente en Euskadi ha hecho que el casino Kursaal haya dejado de ser el apoyo económico de algunos eventos que patrocinaba (los deportivos) porque, abunda Elorza, “si hay alguna actividad controlada, además nos interesa cumplir a rajatabla con las exigencias, es esta”.
Durante todo un año en Donostia se oirá hablar del casino Kursaal porque, aunque todavía no se puede avanzar, tiene previsto organizar un programa variado.
El mismo día 29 se lanzará “un pequeño guiño”, todavía sorpresa, en el lugar que ocupó el primer casino y donde hoy en día se erige el palacio de congresos.
Un año de celebración
Tendrá el casino un año movido, aunque sus responsables prefieran ir desgranando los detalles del programa festivo gota a gota. Habrá actuaciones varias y sorteos, entre otras actividades. Uno de los sorteos, avanzó Karen Olazabal, del equipo de marketing, estará vinculado a la Semana de la Movilidad, para cuando está previsto rifar “una moto eléctrica o similar”.
“En la medida de lo posible, el casino siempre ha tratado de participar en las actividades sociales y culturales de la ciudad. Por ejemplo, en la conmemoración del 31 de agosto somos patrocinadores desde el inicio”, abunda Olazabal.
En estas fechas tan señaladas merece la pena lanzar una mirada al pasado, cuando “las máquinas tragaperras no existían y sí lo grandes juegos, como la ruleta francesa, esa que se ve en las películas en la que se usa un rastrillo para retirar las fichas, hacen falta cuatro crupieres y no es el cliente el que pone las fichas”. Hay juegos que en este largo camino han ido desapareciendo, como “el bacarrá y el punto y banca”.
“Cuando en 1978 se volvió a abrir el casino en el hotel de Londres, no había ni máquinas tragaperras, que hoy en día han evolucionado hasta límites insospechados”, señala Olazabal.
Si hay un juego que ha conocido “un boom” los últimos años ha sido el pocker. “Se juega entre los diez de la mesa, se paga una inscripción y el bote se reparte entre los premiados”, explica Elorza, que apunta que este es un juego con cierto atractivo entre los más jóvenes por el componente de estrategia y cálculo que conlleva.
¿Y el mus? Pues también, ya que el Casino Kursaal ha tomado parte en el Premundial de Colectividades Vascas. “El Premundial nació aquí hace más de 40 años y los clasificados viajaban a otras colectividades de todo el mundo”, explica. “Este año recuperamos el Premundial, que se celebrará en Boise, Idaho”. Como premio, ninguna fortuna, “la txapela de las colectividades vascas”.
Han cambiado los juegos, pero también la concepción de las personas que acuden al casino. En la actualidad, el perfil en cierto grado oscuro de la persona jugadora no responde a la realidad. En gran medida, insiste Elorza, eso responde a la tarea de los propios casinos.
“Somos una de las actividades más reguladas por la administración”, abunda el responsable del casino Kursaal, que quiere también dejar clara una idea: “El que quiere ganar en un casino, que compre uno”.
“Aquí tienes que venir con lo que te sobra y a pasar un buen rato. En el casino no te vas a hacer millonario”, insiste. “No vengas con la filosofía de que puedes encontrar una solución a tus problemas económicos. Ven con la idea de que puedes pasar un buen rato, jugar un poco e incluso, disfrutar de un concierto”.
Pero es que, además, “en el momento en el que puedes tener un problema, al participar en el proyecto de juego responsable, podemos indicar a dónde te puede dirigir si practicas un juego excesivo”. “Bingos y casinos somos los únicos que controlamos el acceso”, destaca Elorza.
Clásico y novedoso
En el casino Kursaal trabaja un equipo de 60 personas, que se refuerza con personal eventual en los torneos de pocker que se celebran los fines de semana.
En el equipamiento que podría calificarse como material se incluye la oferta de máquinas de azar (85), y de juegos tradicionales, como ruleta, blackjack, pocker texas y cash game; además de los torneos de mus y pocker.
En el casino Kursaal el visitante, el 70% de la clientela es francesa, puede encontrar también un bar-restaurante y una sala de eventos polivalente.
El covid provocó que de la oferta del Kursaal cayera una propuesta singular. En el restaurante el menú se jugaba a la ruleta. Tomando en cuenta que los números van del cero al 36, el precio de la comida del comensal correspondía al número en el que se depositaba la bola. De momento, no hay fecha para retomar esta iniciativa a la espera de cómo evoluciona la respuesta pospandemia del público.
“Aunque desde hace un tiempo el público francés y los turistas es el mayoritario frente a los clientes locales, estamos orgullosos de tomar parte activa del día a día de la ciudad y, por ejemplo, ser miembros de San Sebastián Turismo, ente público-privado que promociona la ciudad”, concluye Elorza. noticiasdegipuzkoa