Día de abrazos ayer en Sevilla. De ambiente festivo y de espíritu unitario que siempre es terapia recomendable para mantener en lo alto el pabellón del asociacionismo. Vivió la capital hispalense una jornada emotiva en el fondo y con mirada de futuro. La de una etapa que ponía la palabra fin en la trayectoria larga y fecunda de Ignacio Benítez Andrade como exponente asociativo del máximo nivel y dejaba el testigo en manos de Nacho Benítez Oliveros, que lejos de ser una joven promesa es a día de hoy un empresario de bagaje tan experimentado como eficaz. Entre los dos la figura de Fernando Luis Henar Pérez, cabeza visible de la patronal del bingo español y profesional caracterizado por su experiencia negociadora, por su voluntad de acercar y no alejar, por su labor en pro de un bingo robusto en lo asociativo que contribuya a la evolución de la actividad.
Fernando e Ignacio, tanto monta y monta tanto. Ambos han demostrado en ésta última etapa del bingo de Andalucía su sentido de la realidad y la ineficacia de la dispersión. Estaban de acuerdo en lo fundamental, reivindicaban al unísono las mejoras esenciales para garantizar la viabilidad del sector, ¿ que razón tenía entonces el ir cada uno por su lado ? Ninguna y en base a tan sencilla conclusión pusieron manos a la obra en busca de una fusión que se fue urdiendo paso a paso, conversación a conversación y sabiendo que contaban con las bendiciones de la Junta en la persona de Manuel Vázquez que tan grandes servicios está prestando al bingo del territorio autonómico hasta auparlo a la cima de la actividad en España.
La lección que han dado Henar y Benítez, con Nacho el hijo del anterior con una visión puesta al día de por donde deben de ir los tiros asociativos, es digna de elogio y puesta en bandeja para que cunda el ejemplo. Subsiste todavía en el bingo un exceso de dispersión asociativa que no facilita para nada la cohesión sectorial y resta eficacia a los objetivos de mejora. Nula receta llegado el momento de auspiciar el avance sectorial.
Ignacio y Fernando, Fernando e Ignacio, dos amigos con los que compartí ayer un día para recordar en el marco de una Sevilla que me abre las puertas del alma para reencontrarme con la alegría de vivir. Que en Sevilla se disfruta como en ningún otro sitio del mundo.






