La situación de la familia Suqué Mateu y su proyecto de abrir un bingo en el centro comercial Maremagnum de Barcelona se complica debido a la moratoria del juego impuesta por el gobierno municipal. Esta moratoria, que se implementó en julio y podría extenderse hasta el verano de 2027, significa que cualquier nueva licencia para establecimientos de juegos de azar, incluidos bingos y casinos, está suspendida hasta que se complete la revisión de la regulación local.
A pesar de que el proyecto cuenta con la autorización de la Dirección General de Tributos y Juego, que establece un límite en el número de salas de bingo y casinos en Cataluña, la falta de un permiso del ayuntamiento impide su apertura.
La reciente anulación parcial del Plan Especial Urbanístico por parte del Tribunal Supremo, que limitaba las distancias mínimas para la instalación de locales de apuestas, ha añadido un nivel de incertidumbre al sector. El consistorio ahora se enfrenta al desafío de crear una nueva regulación que equilibre el desarrollo del sector del juego con la protección de la comunidad.
La patronal Patrojoc ha expresado su preocupación por la situación, recordando que el sector ya está bajo una supervisión considerable y que en la última década ha visto un cierre del 30% de las salas de juego en Barcelona. Actualmente, la ciudad cuenta con 35 salones de juego, 17 bingos y un casino, lo que indica una reducción significativa en la oferta.
Este contexto plantea preguntas sobre el futuro del juego en Barcelona y cómo las nuevas regulaciones afectarán tanto a los operadores como a los consumidores.














