El hotel Caesars Palace de Las Vegas recrea con pinceladas fastuosas al imperio romano. Una escenografía de cuadrigas, circo, odaliscas, patricios, fieras y esclavos hace de la historia una postal de lujo, original y ostentosa que siembra la sorpresa y la perplejidad entre los recién llegados a ésta ciudad colosal hija del desierto. Conozco muy bien el Caesars Palace, que visité con frecuencia durante mis estancias allí dejándome atrapar por su fantasía de cartón piedra que no deja indiferente a nadie.
En ése hotel monumental, como todos los de sus alrededores, reina ya Amancio I El Grande, un monarca del textil que ciñe la corona del trabajo, del esfuerzo y el emprendimiento dejando constancia de sus atributos en los cinco puntos cardinales del globo terráqueo. Sí, es Amancio Ortega, el gallego universal que partiendo de una tiendecita pequeña y modesta tuvo el grandísimo atrevimiento de crear Zara y levantar a pulso un conglomerado empresarial que genera riqueza sin tasa y facilita miles de puestos de trabajo.
Lo de Amancio es la peripecia vital del que nace bendecido por el destino para escribir a base del ganarás el pan con el sudor de tu frente, del talento natural y de la audacia que supera barreras de todo tipo, un relato épico, tenaz y atrevido que se ha visto coronado por el mayor de los éxitos.
Como español me congratulan los triunfos universales alcanzados por Amancio Ortega y Zara. La multiplicación de sus tiendas a lo ancho del orbe. Su compra de edificios emblemáticos en las principales ciudades del mapa internacional. Su incesante contratación de empleados. Y me satisface plenamente que toda ésta enorme trayectoria empresarial propia de un gigante se vea felizmente complementada por su espíritu solidario. Por sus millonarias ayudas para fomentar el bien común. Por sus generosísimas aportaciones a obras sociales que son testimonio fiel de un altruismo difícilmente superable.
Amancio reina en Las Vegas y en muchos corazones que han podido palpitar merced a su saber estar al lado de los que más lo necesitan. Por todo ello cuando escucho voces de resentidos, de papanatas que hablan, teorizan y no trabajan. De personajillos de medio pelo que critican ferozmente a Amancio por el hecho de ser inmensamente rico voy y les digo: Sois la chusma vaga y envidiosa que no creará un sólo puesto de trabajo en vuestra puñetera vida. Entre otras razones porque del trabajo, de lo que se dice trabajo, no sabéis nada.