El bingo tiene en la actualidad una tasa de absentismo laboral del 12%. CEJ, la patronal del sector, difundió el dato en la última reunión de su comité ejecutivo. Y es de los que levantan ampollas empresariales por lo que significa de perturbación para la marcha de las salas. Bingo y hostelería son dos vasos comunicantes que si por algo están afectados en la actualidad es por falta de mano de obra profesional, bien formada. Este es un problema muy preocupante que pone en entredicho la prestación de unos servicios que, bastantes años atrás, se caracterizaban por su pulcritud, diligencia y atención al cliente, por su saber estar y obrar en definitiva, y que hoy vienen resintiéndose por una falta alarmante de la cualificación debida.
La inmensa mayoría de los jóvenes huyen de empleos que demanden turnos de trabajo continuados que incluyen faenar domingos y festivos. Este es un mal endémico que están pagando hasta los restaurantes de categoría elevada que no encuentran personal cualificado. Y otro tanto sucede con el bingo. Si a ésta anomalía laboral añadimos el absentismo entonces la cuestión adquiere una gravedad extrema. Y los negocios se resienten como consecuencia de la caída del nivel de los servicios prestados. Este es un hecho probado que contribuye todavía más a complicar el funcionamiento normalizado de unas actividades en las que el factor humano desempeña una importancia capital.
Tras el absentismo se esconden muchos caraduras. De ambos sexos. He sido testigo de bajas laborales muy prolongadas de empleados de restaurantes de postín con los que me tropecé en sus períodos cesantes en fiestas y saraos. Aquí médicos y mutuas juegan un papel esencial, que en más ocasiones de las debidas se relativiza, debiendo actuar con criterios más rigurosos a la hora de firmar o controlar las circunstancias que concurren en cada caso y que apean al profesional temporalmente de sus funciones. Porque la picaresca y la jeta dura abundan y mucho en éste apartado.
Volviendo al punto de partida un porcentaje del 12% de absentismo laboral es una lacra difícilmente asumible por el bingo. Que repercute en la economía de las salas, en su imagen y en el trato que merecen sus clientes. Un golpe bajo al que conviene prestarle medidas que al menos atenúen su impacto.