El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, abogó este jueves por “asegurar” en España un entorno de juego y apuestas “transparente, seguro y fiable”.
Así lo reivindicó Bustinduy en el transcurso de una entrevista en Radio Euskadi, recogida por Servimedia y en la que recordó que en la futura Ley de Servicios de Atención a la Clientela se “incorporarán todas las medidas” recogidas en el Real Decreto 958/2020 de comunicaciones comerciales de las actividades de juego tumbadas en abril de 2024 por una sentencia del Tribunal Supremo que obliga al Gobierno a dotarlas de rango de ley.
Bustinduy puntualizó que dichos artículos fueron “anulados” por el alto tribunal “por una cuestión de rango normativo, no por el contenido”, al tiempo que recordó que dichas medidas “implican” las “restricciones” a la publicidad en redes sociales, la utilización de la imagen de famosos o los bonos de bienvenida que se dirigen “especialmente” a los jóvenes para “fidelizarlos desde edades tempranas” y que, a su juicio, “es una condición de vulnerabilidad para las prácticas de juego”.
“Queremos asegurar que el entorno en el que se da el juego sea seguro y, por tanto, garantizar que cada cual pueda tomar las decisiones y las opciones que quiera, pero siempre dentro de un contexto transparente, seguro y fiable”, apostilló.
Por lo que respecta al Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego, defendió que “está funcionando muy bien” y ya tiene “prácticamente a 100.000 personas” inscritas y subrayó que, “combinando un enfoque preventivo y un enfoque para poder paliar los casos más graves”, el objetivo del Gobierno es “asegurar que las condiciones del juego online neutralicen ese riesgo, sobre todo con las personas más jóvenes”.
LOTERÍAS DEL ESTADO
Preguntado por si las loterías del Estado “no incitan al juego”, Bustinduy admitió que “depende de las prácticas” y aseveró que “está demostrado” que las prácticas “más peligrosas” son las que ofrecen “una gratificación, una recompensa inmediata”.
“El ejemplo clásico son las tragaperras o las apuestas online, por ejemplo. Esas son las que tienen una capacidad adictiva y de pérdida de control de los patrones de juego mucho más alta”, apostilló, convencido de que aquellas que presentan una gratificación “más gradual o más tardía” implican “un riesgo menor y culturalmente están muy integradas” porque “forman parte de un entramado social y cultural también”.
En este sentido, urgió a “no criminalizar ni equiparar todas las actividades” de juego, si bien reconoció la existencia de “modelos y patrones extraordinariamente especulativos” que “intentan aprovecharse de poblaciones vulnerables” y que a su entender, “desde luego, llaman” a los poderes públicos a “intervenir para garantizar un entorno seguro para el desarrollo de todas las personas independientemente de su condición económica o social”.