En el marco de EXPOJOC 2025 se ha celebrado la mesa redonda «Sostenibilidad de las salas de bingo», un debate que ha puesto sobre la mesa los principales desafíos que enfrenta este sector tradicional frente al imparable crecimiento del juego online. Bajo la moderación de Miguel Mazón, catedrático de Economía y exresponsable del juego en la Comunitat Valenciana, los participantes han analizado la situación actual y han planteado propuestas para garantizar el futuro de estas salas.
Un sector con peso económico, pero en situación crítica
Miguel Mazón ha comenzado su intervención aportando datos significativos sobre la importancia económica del sector del juego, que representa aproximadamente el 4% del PIB nacional. Sin embargo, ha señalado la preocupante divergencia entre el juego presencial y el online. «Mientras el juego online ha movido 35.524 millones de euros en 2024, con más de 11.000 millones solo en slots digitales, el bingo presencial apenas ha alcanzado los 93 millones», ha explicado.
El economista ha realizado un repaso histórico, recordando cómo en 1977 se produjo la apertura del sector privado con la autorización de casinos, bingos y máquinas recreativas. «Durante años mantuvimos una convivencia equilibrada entre los diferentes formatos de juego, hasta que llegó el elemento disruptor: internet y el juego online», ha afirmado. Mazón ha sido especialmente crítico con la regulación aprobada en 2011, que a su juicio «ha creado una competencia desleal”.
La asfixia fiscal y regulatoria
Juan Espinosa, representante de AVALBIN, ha detallado los problemas específicos que afectan a las salas de bingo. «Nos encontramos en una situación paradójica: por un lado, tenemos los precios fijados por ley sin posibilidad de ajustarlos, mientras que por otro lado vemos cómo todos nuestros costes no paran de aumentar», ha explicado. Espinosa ha subrayado la necesidad urgente de una revisión fiscal: «Pedimos simplemente equidad. Con los impuestos actuales, que llegan al 40% sobre los premios, resulta imposible competir con el juego online». El representante sectorial ha advertido que, sin cambios normativos, muchas salas se verán obligadas a cerrar, con el consiguiente impacto en el empleo y la economía local.
El valor social frente al estigma injusto
Julián Sánchez, de EJUVA, ha centrado su intervención en el valor social que aportan las salas de bingo, un aspecto que considera sistemáticamente ignorado. «Nuestros establecimientos son mucho más que lugares de juego; son puntos de encuentro social, especialmente para personas mayores», ha afirmado.
«La gente viene a pasar la tarde como quien va al cine o al teatro, buscando socializar y divertirse en un ambiente seguro», ha añadido Sánchez. En este sentido, ha criticado el estigma que pesa sobre el sector: «Los índices de ludopatía en el bingo son mínimos, del 0,002%. Es absurdo que se nos trate como si fuéramos los malos de la película».
Propuestas para el futuro
Los participantes han coincidido en la necesidad de modernizar el sector para garantizar su supervivencia. Entre las medidas propuestas destacan la flexibilización de los métodos de pago -permitiendo el uso de tarjetas en un mundo cada vez más digital-, la actualización de los juegos ofrecidos y la posibilidad de complementar la oferta con máquinas recreativas modernas.
Juan Espinosa ha señalado el desafío de atraer a público joven: «Ya vemos algunos grupos que vienen los fines de semana como actividad prediscoteca, pero el hecho de que solo podamos aceptar efectivo supone una barrera importante».
Miguel Mazón ha cerrado el debate con una reflexión sobre la necesidad de un marco regulatorio equitativo: «El juego online se está comiendo todo el pastel, y no es justo. Necesitamos un pacto de Estado que regule todo el sector con criterios coherentes y que tenga en cuenta el valor social y económico del juego presencial».