El Consell ha aprobado la Estrategia Valenciana Integral de Prevención y Tratamiento del Juego Patológico 2023-2027, que tiene como objetivo la prevención y el tratamiento del trastorno del juego, con la finalidad de proteger principalmente a niñas, niños, adolescentes, jóvenes y a aquellas personas que lo necesiten por motivos de salud, así como al conjunto de la ciudadanía.
En un comunicado de la Generalitat la portavoz del Consell y consellera de Hacienda, Ruth Merino, ha señalado en la rueda de prensa posterior al pleno que esta estrategia presta especial atención a la población más vulnerable y busca ofrecer un marco que otorgue seguridad frente a los posibles efectos nocivos de la actividad del juego.
Tal como ha señalado, su aprobación “era una obligación que establecía la Ley 1/2020, que el anterior Consell debería haber llevado a cabo en un plazo de 12 meses”, pero que no realizó. “Desde que tomamos posesión en este Gobierno hemos retomado los primeros trabajos que se habían hecho de esa estrategia”, porque “nuestro compromiso es estar atentos, prevenir, educar, formar y evitar, en la medida de lo posible, las consecuencias negativas que pueda tener un uso inadecuado del juego”, ha agregado.
Los principios que guían la estrategia aprobada por el Consell se centran en la prevención del juego patológico y de los perjuicios a las personas usuarias y, en especial, a los colectivos sociales más vulnerables; respeto a las reglas básicas de una política de juego responsable, así como medidas de intervención y control por parte de la Administración en sus distintos ámbitos de actuación.
También persigue la protección de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y de aquellas personas que tengan reducidas las capacidades intelectuales y volitivas, o se encuentren incapacitadas legal o judicialmente, así como de aquellas personas inscritas en el Registro de Personas Excluidas de Acceso al Juego de la Comunitat Valenciana o en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego, con el fin de impedir su acceso a la práctica y a los establecimientos de juego en cualquiera de las modalidades.
La estrategia se estructura en cuatro líneas, que se concretan en mejorar la prevención del trastorno de juego en la sociedad; potenciar la intervención para atender a las personas afectadas por el trastorno de juego; impulsar la gestión del conocimiento y regular la actividad del juego con criterios científicos.