Hace unas semanas saltó como noticia nacional la negativa de la ONCE a pagar un premio de 400.000 euros a una persona porque se encontraba inscrita en el Registro general de Interdicciones del Juego, lo que se conoce como autoprohibición. Se trata de un archivo en el que aquellas personas que desarrollan juego patológico se inscriben con el objetivo de que no se les deje jugar. Una normativa muy amplia que ha llevado a una de las grandes revoluciones en las salas de juego en Castilla-La Mancha, gracias a un cambio en la normativa que obliga a conocer a aquellas personas que acceden a los locales, con un registro y el acceso mediante huella dactilar o reconocimiento facial.
«La normativa regional que entró en vigor a finales de enero de 2022 ha obligado a todas las empresas titulares de establecimientos de juego a realizar importantes inversiones, tanto en adaptación de las fachadas, en las que se han tenido que eliminar todo tipo de imágenes, como en la adquisición de costosos sistemas electrónicos para cumplir las rigurosas exigencias de control de acceso a los establecimientos que se imponen en la nueva normativa», afirma el presidente de la Asociación Profesional de Máquinas Recreativas de la Mancha (Asmarema), Vicente de la Morena. Una inversión superior a los 6.000 euros en algunos casos, pero que hace que toda persona que se encuentre en una sala esté autorizada, impidiendo cualquier acceso de menores o de quienes tengan prohibido el acceso por cualquier motivo.
«Aquí es imposible que pase alguien sin el DNI». De hecho, ese documento es necesario para las salas virtuales de juego, pero también en las webs, donde es imposible apostar sin acreditar la identidad. «Tenemos inspecciones cada quince días», comentó De La Morena, recordando las diferencias que hay entre este sector y otros.
Un extra de seguridad en los salones de juego
Con todo, la asociación valora la implantación de los nuevos controles electrónicos de acceso, porque, «pese a suponer un alto coste para las empresas, aportan una mayor seguridad y agilidad en la admisión de las personas que acuden a los establecimientos de juego». En este sentido, al principio, cuesta más el acceso por el registro, pero luego basta con acceder con los datos biométricos, lo que «simplifica y mejora notablemente el control de quienes vuelven al local en otras ocasiones». Leer noticia completa en latribunadeciudadreal