“Cuando salí de La Habana… Válgame Dios…”
Hace unos días recibí, como tantos otros días, un mensaje que acabó siendo especial, era de un amigo que hacía meses con el que no hablaba en persona, pero que como con otros pocos, lo hacía por mensaje. “Hola mi niño” fue mi respuesta… la suya me jodió, me dolió, “soy su hija” … A partir de ese momento un montón de emociones y recuerdos dieron vuelta en mi cabeza, en mi garganta y hasta en mis ojos… ese amigo, Isidro, se estaba despidiendo….
Ha una veintena, como diría algún hidalgo, que llegamos a Villjoyosa de la mano del nuevo propietario de una de las joyas de la Costa Blanca y allí tuve la oportunidad de conocer, como muchos dicen, a un Señor, que, con gran generosidad, nos ofreció todo su conocimiento, porque sí algo tiene Isidro, es saber. Un saber especial, espabilado, vívido… fruto de sus circunstancias… el menor en una familia numerosa… nos contaba cómo tenía que espabilar para poder pillar cacho de chocolate en las meriendas con sus hermanos en aquellas tierras toledanas que le vieron crecer en décadas de racionamiento… Esa picardía cervantina, que siempre llevó con orgullo, le permitía no sólo saber, sino también enseñar, porque de su mano, muchos, pero muchos de nosotros, aprendimos como atajar problemas, asumir negociaciones que parecían imposibles o fijar metas que gracias a su arrojo nos llevaron a alcanza objetivos.
Isidro, cómo buen hidalgo, como buen espadachín de los Tercios…
Isidro, cómo buen hidalgo, como buen espadachín de los Tercios, es especial en las distancias cortas para lo bueno y para lo mejor… en una ocasión, se empeñó en felicitar a un tercero, por lo maravillosa que había visto a su madre, con su padre en una de esas inauguraciones a las que “sacrificadamente” tenía que asistir. El susodicho intentaba esquivar el tema, pero Isidro, erre que erre, lo felicitaba… sin percibir cierta seriedad creciente en su rostro… hasta que le contestó: “sin duda a mi padre lo debió ver muy bien… y a su amante también, porque mi madre estaba de viaje conmigo…” nos dimos la vuelta y nos fuimos… no pudimos reírnos más… así es Isidro, gentil hombre y cabezón, muy cabezón cuando posee la verdad… o eso parece. Siempre había una sentencia especial de su mano, “que mal me comes, para lo bien que me bebes” le decía a La Roja…o “vaya, hoy vienes jacarandosa” le decía a la del Bahía… o “eso con una lechada se arregla”… Germán todavía tiene el rojo subido…
“somos María y Elena…”
Esta tarde he recibido otro mensaje, “somos María y Elena…” y me he sentado y he llorado, y me he levantado y me he servido un copazo… Creo que apreciará más que lo disfrute que lo llore… Y he hablado con Miguel Arroniz, con Lola Miquel Orozco, con TRINIDAD RIVERA EGEA, con Manuel Rodado Chaparro y he querido saber cómo es Isidro para ellos… y todos han tenido que tragar saliva para poder hablar, porque Isidro, como Señor que es, nos ha marcado para siempre con su dedicación, bonhomía, sabiduría e hidalguía, nunca estuvimos solos si él estaba cerca, nunca anduvimos solos si él pudo acompañarnos… Tal vez un pelín cabezón, pero es que su corazón no le permite afrontar la vida de otra forma. Nunca nos dedicamos a lanzar penaltis, siempre jugó de defensa líbero y eso en ocasiones, se paga…
He vuelto a poner hielo en mi copa, un poco de Cacique y Zero…
“Si a tu ventana llega una paloma, trátala con cariño que es mi persona…”