Después del alcohol, el tabaco se posiciona como la segunda sustancia psicoactiva con mayor prevalencia de consumo entre los alumnos de 14 a 18 años. Esta conclusión se apoya en que el 38,2% de los jóvenes indica que han fumado tabaco alguna vez en su vida. Por su parte, si se observa lo ocurrido en el último año, el 30,7% de los jóvenes reconoce dicho consumo, mientras que el 23,9% afirma haberlo hecho en los últimos 30 días. Son conclusiones de la Encuesta sobre uso de droagas en enseñanzas secundarias en España en 2021.
Si los menores fuman es porque los menores acceden al tabaco. La pregunta es clara: ¿por qué no exigen controles de acceso en los estancos y todos los locales de venta de este producto?. Porque a la vista está que el control por parte del personal del establecimiento no está surtiendo efecto. Y aunque parezca una obviedad hay que recordar los efectos devastadores que el tabaco tiene sobre la salud y más en niños de 14 años.
No se entiende por tanto que en un sector como el juego, donde existe un control riguroso sobre la población más vulnerable (menores y autorpohibidos) y se registran cero indicencias durante las inspecciones, se impongan controles de acceso y se proyecten mandos a distancias para las máquinas de juego en los bares, y en establecimientos de venta de tabaco se fíe todo al arbitrio del vendedor de turno. Que por los datos no es un cumplimiento efectivo.
Varas de medir muy distintas y una persecución reputacional sinsentido.