Reputación
Artículo de Hermes Lopato, profesional del sector del juego.
Aunque no hay un consenso exacto acerca de su definición se puede entender el riesgo reputacional como todo aquello que derivado de una opinión pública negativa interfiere en el desarrollo de una actividad, dificultando o reduciendo la capacidad de llevar a cabo la misma. Es importante recalcar que para que esto ocurra la acción o situación que genera el riesgo reputacional tiene que hacerse pública, para lo cual evidentemente se requiere de la participación de los diferentes medios de comunicación e incluso en clave más actual de las famosas redes sociales.
La Encuesta Global de Gestión de Riesgos 2017 de la aseguradora AON es una referencia obligada en este ámbito. Recoge las respuestas de 1.843 participantes de empresas públicas y privadas de múltiples países, siendo el Top 10 de Riesgos el siguiente:

Tal y como se puede observar el riesgo reputacional ha pasado a convertirse en la principal preocupación de las empresas, lo cual se ha visto acelerado por el vertiginoso desarrollo de las redes sociales.
Desde el punto de vista del sector del juego cabe decir que arrastra una reputación negativa de origen, que tendría que haber terminado desde que se reguló la actividad hace ya más de 30 años, puesto que pasó a ser un sector económico más, pero esto no ha sido así. Resulta cuanto menos extraño que en un país considerado de bares cuya historia difícilmente se podría entender sin la máquina recreativa como parte integrante de los mismos, el mismo país donde los bingos han sido uno de los principales establecimientos de entretenimiento y encuentro, los casinos puntos de referencia de ocio y turismo, los salones de juego herederos actuales de los antiguos recreativos donde tantos nos hemos entretenido con las conocidas máquinas arcade, y las apuestas, cuya tradición no hay que olvidar que está fuertemente arraigada en deportes como la hípica o la pelota vasca, se han convertido en disruptoras del sector gracias a la tecnología y a internet, en ese mismo país todavía haya interés en demonizar la actividad del sector con la gravedad que ello supone desde el punto de vista reputacional, poniendo en juego (nunca mejor dicho) inversiones millonarias y el trabajo y dedicación de tantas personas. Hablamos de generaciones enteras de familias, de autónomos, numerosas pymes y de multinacionales que se están viendo afectadas por una continua mala publicidad del sector.
No hace falta recordar que el juego público (SELAE) y pseudopublico (ONCE) está evidentemente fuera de esta corriente de desprestigio. La reputación de estos juegos es excelente, llegando al punto de concluir que hay que participar en los mismos por su importante labor social, la cual se valora y no se pone en duda, si bien cabria recordar que el principal incentivo de estos juegos al igual que otros es el premio que otorgan, lo cual se enmascara continuamente con el fin social.
Igualmente cabe decir que cuando hablamos de entidades participadas directa o indirectamente por el estado lo menos que se puede esperar es que reviertan sus ingresos en la sociedad, puesto que todos contribuimos a ello. Difícilmente se puede exigir a un empresario de juego privado que haga lo mismo por la obvia razón de que el riesgo de su actividad y sus inversiones corre de su cuenta o de la de sus socios, si bien cabria resaltar que hay una gran cantidad de empresas de juego privado que destinan parte de sus beneficios a fines sociales, además de contribuir a la economía como tantas veces se ha recalcado a través del empleo generado y los impuestos abonados. De igual manera no hay que olvidar que además del incentivo del posible premio el juego privado ofrece ante todo ocio y entretenimiento en cada una de sus modalidades.
Ante esta corriente de daño reputacional y teniendo en cuenta la evolución de éste siendo actualmente el principal riesgo a tener en cuenta por parte de los empresarios cabe preguntarse:
1. ¿Es consciente el sector del juego de la relevancia y alcance del daño reputacional al que está siendo sometido?
2. ¿A tenor de la evolución de los hechos y de la situación actual las medidas tomadas están siendo las adecuadas?
Se han realizado importantes esfuerzos en políticas de responsabilidad social corporativa (RSC) pero algo sigue fallando si todo ello no llega a la opinión pública. Siempre existirán intereses cuyo único fin sea dañar la imagen del sector pero lo importante es que la sociedad perciba la realidad del mismo, pues esa es la verdadera manera de conservar una buena reputación.

NOTICIAS RELACIONADAS